miércoles, 22 de noviembre de 2006

Critiquillas de cine: Declaradme culpable

De Lumet lo esperaba, pero de Vinny...

Poco se puede añadir a la perfecta descripción de Javier Ocaña, de El País: "Una película agilísima, divertida y de una elegancia clásica deliciosa." Esperaba de Sidney Lumet una comedia al menos correcta: su irregular filmografía incluye títulos interesantes como Veredicto final, Network, Asesinato en el Orient Express, Trampa mortal o Tarde de perros. Treinta años de oficio debían servir para algo. Lo que nunca en toda mi vida hubiera imaginado era que Vin Diesel pudiera interpretar un personaje como este. Su participación en bazofias como Un canguro superduro, Las crónicas de Riddick, xXx o A todo gas (una de las peores películas que he visto jamás, ideal para tuneros de extraradio) no le avalaban precisamente como actor serio. Pero en esta peli, el musculitos demuestra que en manos de un buen director es capaz de resultar creíble y solvente como actor. Veremos si no regresa a las andadas como hizo Stallone tras Copland, y vuelve a regalarnos -y regalar a su carrera- un papel decente. La película está basada en hechos reales y relata el el proceso criminal más largo de la historia de Estados Unidos, en el que tras años de investigación federal se sentó en el banquillo de los acusados a 20 miembros de la familia Lucchese, conocida por sus conexiones con la mafia, acusados de 76 cargos. Uno de los procesados era Giacomo DiNorscio, conocido como "Jackie Dee" y "Jackie el gordo". Jackie, uno de los mafiosos más buscados de New Jersey, rechazó el trato de los federales para traicionar a los miembros de su "familia" y decidió lo impensable: defenderse a sí mismo.

Critiquillas de cine: American Dreamz

American Dreamz no pasará a la historia del cine. Como comedia, no es desternillante, la verdad; no recuerdo haberme reído ni una sola vez. Sin embargo, como sátira del "american way of life" no tiene desperdicio: los concursos en los que la gente se mata por conseguir un minuto de fama, el mundillo de las estrellas de televisión y, lo mejor, el genial retrato de Bush: un presidente deprimido e idiota al que tienen que dictar palabra por palabra lo que debe decir, encarnado por Dennis Quaid que pone unos caretos de bobo geniales. La historia del concursante árabe es demasiado blandita, pero su primo gay y superpijo la hace mucho más interesante. En cuanto a la rubia Mandy Moore -que canta realmente las canciones del concurso-, es el perfecto retrato del sueño americano al estilo Britney. Tan rubia, tan mona, tan yankee...Hugh Grant, que ya empieza a mostrar los estragos de la edad, deja por una vez de lado su habitual papel de torpón y encantador inglés para interpretar convincentemente a un engreído presentador de televisión en la cumbre de su popularidad.
http://americandreamzmovie.com/index2.html

Critiquillas de cine: Mystic River



Una triste historia sobre la debilidad humana

Tres amigos, un barrio, una infancia truncada. O tres vidas truncadas. Eso es lo que nos cuenta Mystic River, una película de Clint Eastwood que, lamentablemente hasta que no se muera –y que falten muchos años, por cierto-, seguirá siendo para muchos Harry El Sucio, y no recibirá los merecidos laureles a su labor como director hasta que el mundo entero revise su carrera a modo de epitafio.

Mystic River es la historia de tres chavales que pasan juntos su infancia, brutalmente interrumpida por el secuestro de uno de ellos a manos de un par de pederastas. Años después, cuando casi todo en sus vidas adultas les separa (oficio, ambiente, carácter), el brutal asesinato de la hija de uno de ellos vuelve a unir sus vidas. Eastwood construye un genial ensayo sobre la culpa, los traumas y la amistad, pero también sobre ese extraño y macabro don de algunas personas para convertirse en víctimas. El reparto está soberbio, comenzando por un Sean Penn -oscarizado por este papel-, que despliega un abanico de emociones aún más amplio que en su composición del preso en el corredor de la muerte de su aquí colega de reparto, Tim Robbins, bajo cuyas órdenes rodó “Pena de muerte”. Penn interpreta a Jimmy, un mafiosillo de barrio ex convicto y rehabilitado, padre de una hija adolescente y padrastro de las dos niñas de su nueva mujer, interpretada por Laura Lynney.

En Mystic River, el que dicta la pena es Penn. Y la impone sobre su amigo de la infancia Dave (Tim Robbins, también ganador de un tío Óscar por este papel), el niño raptado por los pederastas. Hasta la mujer de Dave, retratada por una Marcia Gay Harden que convence plenamente, cree que su marido es responsable de la muerte de su sobrina e hija de Jimmy (la mujer de Penn es su prima). Esto es lo único que une a Dave y Jimmy desde que el rapto del pequeño Dave marcara las vidas de los tres muchachos.

Y ese tercero en discordia es Sean, el agente del FBI encargado de investigar el misterioso asesinato de la chica, más que correctamente interpretado Kevin Bacon, un tipo sobrio, y atormentado porque su mujer embarazada le ha dejado. Completa el reparto un siempre impresionante (aunque sólo fuera por aspecto y voz) Laurence Fisburne, el policía compañero de Bacon.

Para complicar la trama, la chica asesinada y su novio planeaban fugarse a Las Vegas para casarse en secreto. Y el difunto padre del chaval resulta ser un antiguo compinche de Penn, propietario del arma con el que han disparado a la chica. Penn los odia a ambos, padre e hijo, porque el mayor le delató para librarse de la cárcel. Pero el amor del chaval por la chica haría palidecer al mismísimo Romeo de Shakespeare, así que no pinta como asesino: el conflicto de personajes y la trama de misterio están servidas. Basada en una novela de Dennis Lehane, esta obra maestra de Eastwood reúne un potente reparto de actores con uno de los guiones más impactantes de los últimos años.

Es esta una película de actores, de sentimientos, pero no de esas películas americanas en las que todos los personajes hablan de sus emociones más profundas como quien se come un yoghourt. En esta película, los personajes quieren hablar, quieren expresar todo el dolor, la rabia y el miedo que sienten. Pero no pueden. Como la gente normal. Porque en su vida hay secretos, hay frustraciones y miedos que todavía no han aprendido a manejar y que, en el momento dado, afloran para crear una situación catárquica que se cobra algunas víctimas. Finalmente todo explota y las mejores intenciones, incluso las de aquellos que acaban cobrando víctimas, no evitan la tragedia que desde el inicio se adivina. El elemento sorpresa no falta sin embargo en ese final. Son los personajes los que corren hacia un terrible desenlace, pero la trama mantiene el suspense y reserva una última sorpresa tan cruel y sin sentido como la vida misma.

Mystic River es un brutal retrato de la amistad, el miedo y la venganza, magistralmente interpretada y dirigida. Y una triste historia sobre la debilidad humana.