domingo, 30 de septiembre de 2007

Critiquillas de cine: Borat


Sí, ya sé que no es un estreno ni un clásico. "¿A qué viene esto ahora?", os preguntaréis. Pues sí, Borat. No tenía muchas ganas de verla, la verdad. Había escuchado sobre ella absolutamente de todo. Que si era un auténtico bodrio, que si tenía puntos brillantes, que si era genial, que si grotesca, zafia y asquerosa. Y sí, es grotesca, zafia y asquerosa. Pero me eché unas carcajadas. Lo cierto es que -a pesar de que mi admirado AltoVolta lo considere un cómico limitadito- a mí el tipo este me ha hecho gracia. Esa presencia de ánimo y ese desparpajo atónito se me antojan muy propios del reportero paleto de país del Este al que el cómico Sacha Baron Cohen quiere inmortalizar en Borat. Y que conste que no tengo nada en contra de los reporteros -colegas de profesión-, ni mucho menos en contra de los del Este. Escatológica casi al estilo de Divine en Pink Flamingos, es delirante, absurda y real como la vida misma, aterradora por cuanto de verdad sobre el pueblo americano consigue sacar a la luz el extraterrestre de Kazajistán.

En el fondo, Borat utiliza una de las bazas básicas del humor, desde que el mundo es mundo. El contraste. Los contrastes brutales, exagerados, marcados, pueden ser una magnífica fuente de hilaridad. América es próspera, está civilizada, es democrática, está domesticada, está hecha unos zorros, y alberga más odio -hacia las mujeres, hacia los extranjeros, hacia los diferentes, hacia el otro-, del que una nación sana pueda soportar. Por eso sus líderes políticos borran países del mapa por venganza como quien va a echarse unas cañas, y el pueblo les jalea igual que hacen con Borat en una de las más escalofriantes escenas de la película. Pero Borat es rural, está asilvestrado, y se muestra desvergonzado y salvajemente natural en su idiocia. Es una bomba de relojería. Y algunas de las escenas de la película son tan divertidas como sociológicamente reveladoras. La cena con la alta sociedad tras su clase de etiqueta es antológica. Como también lo es su pelea con su productor-manager y amigo, pero por distintas razones. Es lo más desagradable que he visto en muchísimo tiempo, y aún así me gusta la película.

Afortunadamente, Borat nos pinta sólo la peor cara de América, con más mala leche incluso que el propio Michael Moore. Pero también tiene momentos románticos (como su noche de diversión con una entrañable prostituta o su incansable viaje en pos de Pamela Anderson), emotivos y dramáticos (el abandono de su manager, dejándole sin dinero y sin pasaporte).

En fin, un entretenimiento más que picante, más que cómico, más que absurdo y más que divertido. para ver una noche de sábado con colegas en casa, pero con una carguita de profundidad en la crítica a los prejuicios raciales y sociales de no te menees. Y si no, al loro con las mofas de los árabes contra los judíos escenificadas por este tipo que se apellida Baron Cohen.

Ah, una CURIOSIDAD: la cinta porno que Borat quema tras su encuentro con los adorables chavales de la Hermandad CHI PSI de la Universidad de South Carolina, es de Pamela Anderson -of course-, con su ex Tommy Lee. Se titula Pamela Sexy, y en la carátula de la cinta puede también leerse en perfecto castellano "Salvaje y sin censura".

miércoles, 26 de septiembre de 2007

He vuelto

Me amenacé a mí misma y en privado con retomar este blog, en parte amargamente abandonado. Digo en parte, porque nunca quise alejarme de él: mi fidelidad cinéfila sigue intacta. Sigo amando el cine y todo lo que tiene que ver con él, por minúscula que sea la relación. Cuando digo que, si pudiera, iría todos los días dos veces al cine, la gente no me cree. Y es cierto. Pero no me siento un bicho raro. Al contrario, yo pensaba que a todo el mundo -o a casi todo, al menos-, le encantaría sentarse cuatro horas seguidas en una sala de cine, o quizá en su sofá, a ver una película y luego otra. Pero no. A mucha gente le gusta. Pero son tantos como yo pensaba. En fin, que me pierdo. No quería dejar este blog por mi amor al cine, pero lo cierto es que ha estado abandonado.

Tengo excusa. En los últimos meses he estado haciendo cosas muy interantes, variadas y provechosas, sobre todo espiritualmente hablando. He escrito más en mi otro blog, he viajado bastante, he cambiado de trabajo, he logrado un cierto grado de serenidad y alegría, he comenzado a aprender francés, he conocido a mucha gente y he leído un poco más. También he visto cine, mucho cine. Y cada vez que he visto una película me he acordado de este blog. Como quien recuerda al viejo amigo abandonado en pos de otras amistades nuevas. Por eso he vuelto. Porque recordaba a mi amigo abandonado y porque cada vez que veo una peli monto en mi cabeza esos pequeños comentarios cinéfilos que antes podía escupir por aquí. Y se me amontonan las critiquillas en la cabeza. O al menos eso me parece. Asi que he vuelto.

P.D.: Este post va dedicado a David, que me dijo que aún pasaba por aquí aunque no hubiese nada nuevo...