Crónica: Premiere de Gominolas
*Foto: Laura Arana
Gran noche la de hoy, premiere de Gominolas en El Plaza. Amigos, amigos de amigos..., público fiel y entregado para recibir el primer corto de David Gutérrez, Guti. El primer pase fue acogido de forma tibia por el público, según comentó el propio Guti al terminar la proyección. La princesa no pudo apreciarlo personalmente pues en ese momento -sí, llegué tarde al estreno de mi primer aparición cinematográfica-, se hallaba degustando una pita en el ya clásico Ebla, contiguo al Plaza. Al llegar al lugar de los hechos, Edu Verdú y sus Flojos subían al escenario para ofrecernos algunos de sus
temas: Suave, El diplomático bombeador, Están teniendo hijos, o la siempre gloriosa y coreada Maracaná -injustamente ignorada por los responsables del programa de Cuatro del mismo nombre, al que Javier Pérez de Albéniz define en su Descodificador de El Mundo como "El espacio de fútbol vocinglero y macarra".
Durante la actuación, la princesa -que la devolvió a su legítimo dueño en una ocasión, ante el estupor de las fans de Verdú-, consiguió una púa del solista, que entregado y sonriente, terminó necesitando -y aguantó bien el muchacho-, mucho más escenario del que tenía. El público, ya bastante animado gracias al buen hacer de Los Flojos, acogió el segundo pase de Gominolas de forma mucho más cálida, riendo y jaleando algunas de las escenas y detalles más gamberros como el doblaje en chino mandarín, la espontánea frase del ínclito Lalo Vacas sobre las palomas de la Plaza Mayor, o el "extra" final con Marcos Gutiérrez en una toma falsa divertida y genial por lo natural y sencilla. Se escucharon comentarios sobre el evidente hilo conductor, las Gominolas (sus formas, colores y sabores), y algunos incluso creyeron apreciar una metáfora rítmica que asociaba la velocidad visual o narrativa con los diferentes ritmos de la ciudad.
La ciudad, que es Madrid y que ha sido bellamente retratada por Gutiérrez en algunos de sus rincones más conocidos, sí introduce un sutil cambio de ritmo en la escena final del trío del Templo de Debod, muy al estilo de las escenas musicales de Kusturica. Quizá no con todo el jugo festivo y bambolero que el director hubiera podido y querido sacarle, pero consigue transmitir alegría y ese sutil "joie de vivre" que la convierte en un buen broche.
Aplausos y felicitaciones para Gutiérrez y para las hermanas Arana -responsables del guión (Mónica) y cámara del corto (Laura)-, cerraron el segundo pase de Gominolas para dar el relevo a la actuación de uno de los apreciados básicos de Arrivederci Lola. Lalo y David -que abrieron con Kiko Veneno y terminaron con The Beatles, en un alarde de versatilidad y eclecticismo musical-, cataron poco el escenario, pero lograron hacerse con la asistencia con sus versiones, dos temas propios y un final apresurado empujado por el mercantilismo del dueño de la sala que había cerrado una fiesta privada a continuación en el mismo espacio. Luego volvieron los flashes de Enrike del Río, cronista gráfico del acto, las copas y la charla con amigos, conocidos y allegados varios hasta altas horas de la mañana. Y aquí me hallo de vuelta de la presentación, improvisando esta crónica, pequeño homenaje a todos los que han tenido algo que ver en esta estupenda noche. Besos a todos